La Iglesia y el Papa condenaron con fuerza la decisión del gobierno español en el caso del bebé en Sevilla que fue seleccionado para curar de una enfermedad hereditaria a su hermano Andrés, de 6 años. Benedicto XVI criticó también a la ciencia “no está capacitada para establecer principios éticos".
"Los beneficios fáciles y la arrogancia de sustituir al Creador pueden poner en peligro a la humanidad", dijo el Papa.
El diario de la Santa Sede, el Osservatore Romano, lo calificó como un "acto egoísta que implica la exclusión de otros seres humanos porque se descartan otros embriones para elegir uno sano. Esto no es un éxito o progreso científico".
En un documento expuesto por la Conferencia Episcopal española ayer, critican que el énfasis puesto en la feliz noticia “hizo pasar desapercibido el hecho dramático de la eliminación de embriones enfermos y eventualmente de aquellos que, aunque sanos, no eran compatibles genéticamente".
Javier nació el domingo pasado gracias a una preselección embrionaria, permitida por la nueva ley aprobada hace dos años, que autoriza aislar embriones portadores de una enfermedad hereditaria.
Nació para salvar a su hermano Andrés que sufre una forma grave de anemia congénita, con un trasplante de médula a partir de las células madres aportadas por el cordón umbilical.
El documento episcopal denunció "la injusticia que se comete con los seres humanos producidos en el laboratorio, tratados como un mero producto conseguido por el dominio instrumental de los técnicos". Afirma también que "la dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados y que los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables". Con rotundidad los obispos señalan que "es cierto: hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar a nadie por ello nunca".
”Los hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer han sido desechados por no ser útiles desde la perspectiva técnica, violando así su dignidad y el respeto absoluto que toda persona merece en sí misma, al margen de cualquier consideración utilitarista", dice el documento.
Por otro lado, el presidente del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Bioética, Marcelo Palacios, afirmó ayer que "con independencia de que los padres tienen derecho a tener un hijo sano, si contribuye a curar al hermano, cualquier planteamiento en contra es una injerencia inadmisible".
"Los beneficios fáciles y la arrogancia de sustituir al Creador pueden poner en peligro a la humanidad", dijo el Papa.
El diario de la Santa Sede, el Osservatore Romano, lo calificó como un "acto egoísta que implica la exclusión de otros seres humanos porque se descartan otros embriones para elegir uno sano. Esto no es un éxito o progreso científico".
En un documento expuesto por la Conferencia Episcopal española ayer, critican que el énfasis puesto en la feliz noticia “hizo pasar desapercibido el hecho dramático de la eliminación de embriones enfermos y eventualmente de aquellos que, aunque sanos, no eran compatibles genéticamente".
Javier nació el domingo pasado gracias a una preselección embrionaria, permitida por la nueva ley aprobada hace dos años, que autoriza aislar embriones portadores de una enfermedad hereditaria.
Nació para salvar a su hermano Andrés que sufre una forma grave de anemia congénita, con un trasplante de médula a partir de las células madres aportadas por el cordón umbilical.
El documento episcopal denunció "la injusticia que se comete con los seres humanos producidos en el laboratorio, tratados como un mero producto conseguido por el dominio instrumental de los técnicos". Afirma también que "la dignidad del ser humano exige que los niños no sean producidos, sino procreados y que los planteamientos emotivos encaminados a justificar estas prácticas horrendas son inaceptables". Con rotundidad los obispos señalan que "es cierto: hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar a nadie por ello nunca".
”Los hermanos a los que se les ha privado del derecho a nacer han sido desechados por no ser útiles desde la perspectiva técnica, violando así su dignidad y el respeto absoluto que toda persona merece en sí misma, al margen de cualquier consideración utilitarista", dice el documento.
Por otro lado, el presidente del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Bioética, Marcelo Palacios, afirmó ayer que "con independencia de que los padres tienen derecho a tener un hijo sano, si contribuye a curar al hermano, cualquier planteamiento en contra es una injerencia inadmisible".
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